Estuve buscando la cabaña de mis tíos durante media hora. Sabía que no debía adentrarme tanto al bosque. Estaba tan sola. Lo único que se escuchaba eran mis pies pisando las hojas secas de los árboles. Seguí caminando otros cinco minutos más. siempre tratando de encontrar señal en el celular. A veces solo había una línea y otras, nada.
No muy lejos escuché el sonido del agua. Estaba segura de que era un río. Corrí hasta él con la esperanza de encontrar a alguien, pero disminuí la velocidad al ver lo contrario. Frustrada, me senté a la orilla.
Tomé una piedra y la lancé. El sol me daba justo de frente, pero pude notar una silueta acercándose al otro lado del río. Cubrí mis ojos del sol con una mano, tratando de poder visualizar mejor la figura.
Era un chico. De cabello rubio y piel pálida. Cuando me vio, dio la vuelta para volver al bosque como si se hubiera asustado. Creo que tenía que haber sido yo la que se asustara.
- Esperá-le pedí.- ¡Esperá!-Me paré y volví a pedirle al ver que no se detenía.
El chico se dio vuelta.
- Estoy perdida. No se donde estoy-le confesé.
- ¿Estás drogada?-Su pregunta me sorprendió. ¿Acaso la gente no se pierde estando lúcida?
- No.-Le contesté-.
- ¿Donde vivís?
Fruncí el ceño.
- Vine a la cabaña de mis tíos por el fin de semana. Fausto, es el nombre de mi tío, Fausto Ziliotto.
- No lo conozco-dijo y amagó con que iba a darme la espalda de nuevo pero volvió a mirarme:- No vivo muy lejos de acá. Decime el número de teléfono y los llamo.
- ¡Gracias!-le sonreí, y empecé a dictarle el número. Me detuve cuando vi que no lo estaba anotando en ningún lado:- ¿No lo vas a anotar?
- Voy a tratar de acordarmelo.
Le dicté el número dos veces, ya cuando iba a dictarlo la tercera vez se fue sin dejar que terminara. Mis tíos llegaron unos cuantos minutos después. Sin embargo, el chico nunca volvió.