El mundo giró a nuestro alrededor sin historias que vivir.
Mil recuerdos se apagan.
Aún quedan las cenizas antes de arder en llamas.
¿Quienes somos?
¿A qué le tememos?
Hay un final para esta historia que nunca fue escrito.

Skylar Grey - Wear Me Out

miércoles, 30 de octubre de 2013

"Los chicos no lloran"

Hoy voy a hablar de una película que hace años que quería ver y que no sabía como se llamaba ni quienes eran las actrices. La encontré buscando en google películas "basadas en echos reales" y entonces, entre otras, salió esta. La película terminó entre traumándome y deseando querer ver más de ella.
Trata acerca del amor, la valentía y la aceptación; protagonizada por Brandon Tina (su verdadero nombre en realidad era Tina), una chica hermafrodita que, por medio de un grupo de amigos, conoce a Lana, a quien al principio le hace creer que es un chico y comienza a salir con ella sin que la misma sospechara de quien era en verdad. Cuando Brandon es encerrado en la cárcel, se ve obligada a decirle a Lana quien era verdaderamente, y esta, en vez de rechazarla, la acepta tal y como es. No le importaba si era un chico o una chica, ella la amaba.
Esta película me dejó perpleja, confundida. Me vi atraída por esa chica, pero no sabía si de "Brandon" o de "Tina". Hasta me vi envuelta en este problema de no saber si hablar de ella como un chico o una chica...
En fin, la recomiendo mucho. Sin duda no es tiempo desperdiciado verla, te da tiempo para tomar conciencia de como se sienten estas personas, los hermafroditas, como se sienten ajenos de su cuerpo y buscan verse como alguien de su sexo opuesto y hasta se ven atraídos a los de su mismo género. La verdad, hermosa película.

lunes, 28 de octubre de 2013

El río

Estuve buscando la cabaña de mis tíos durante media hora. Sabía que no debía adentrarme tanto al bosque. Estaba tan sola. Lo único que se escuchaba eran mis pies pisando las hojas secas de los árboles. Seguí caminando otros cinco minutos más. siempre tratando de encontrar señal en el celular. A veces solo había una línea y otras, nada.
No muy lejos escuché el sonido del agua. Estaba segura de que era un río. Corrí hasta él con la esperanza de encontrar a alguien, pero disminuí la velocidad al ver lo contrario. Frustrada, me senté a la orilla.
Tomé una piedra y la lancé. El sol me daba justo de frente, pero pude notar una silueta acercándose al otro lado del río. Cubrí mis ojos del sol con una mano, tratando de poder visualizar mejor la figura.
Era un chico. De cabello rubio y piel pálida. Cuando me vio, dio la vuelta para volver al bosque como si se hubiera asustado. Creo que tenía que haber sido yo la que se asustara.
- Esperá-le pedí.- ¡Esperá!-Me paré y volví a pedirle al ver que no se detenía.
El chico se dio vuelta.
- Estoy perdida. No se donde estoy-le confesé.
- ¿Estás drogada?-Su pregunta me sorprendió. ¿Acaso la gente no se pierde estando lúcida?
- No.-Le contesté-.
- ¿Donde vivís?
Fruncí el ceño.
- Vine a la cabaña de mis tíos por el fin de semana. Fausto, es el nombre de mi tío, Fausto Ziliotto.
- No lo conozco-dijo y amagó con que iba a darme la espalda de nuevo pero volvió a mirarme:- No vivo muy lejos de acá. Decime el número de teléfono y los llamo.
- ¡Gracias!-le sonreí, y empecé a dictarle el número. Me detuve cuando vi que no lo estaba anotando en ningún lado:- ¿No lo vas a anotar?
- Voy a tratar de acordarmelo.
Le dicté el número dos veces, ya cuando iba a dictarlo la tercera vez se fue sin dejar que terminara. Mis tíos llegaron unos cuantos minutos después. Sin embargo, el chico nunca volvió.


jueves, 17 de octubre de 2013

Tan solo un instante...

Hoy la vi otra vez. Ya va el tercer día que la veo. Estuve justo detrás de ella esperando al colectivo. Pensé en preguntarle si estaba esperando el 133 aún sabiendo que ella se tomaba el 85. Sin embargo, esperé un buen rato para preguntarle. En una ocasión se dio vuelta, no se que es lo que se fijó, y volvió a mirar al frente. "Esa podría haber sido mi oportunidad", pensé, y como una estúpida la dejé pasar.
Ya iban como veinte minutos y ninguno de los dos colectivos había pasado. Supuse que no faltaría mucho para que uno de los dos se asomara por la esquina, así que me guardé los nervios y las dudas, me aclaré la garganta y le dije:  
 - Disculpa-se dio vuelta-, ¿estás esperando el 133?
Ella sonrió amigablemente y negó con la cabeza (como suponía que iba a hacer).
 - No, no. El 85. Hace como media hora que lo estoy esperando.
Su voz me sorprendió. No me la imaginaba ni muy grave ni muy finita, pero resultó ser un poco más grave de los esperado. "No estaba nada mal", pensé.
  - Sí. Yo también estuve esperando al 133. El único que pasa a cada rato es el 113...
  - Y ya ni siquiera para porque los únicos que estamos esperando somos los de estos colectivos-miró a la inmensa fila que seguía detrás de nosotras y yo la imité. Se puso a mi lado y me preguntó:- ¿Vos siempre venís a esta parada?
  - Sí. Desde hace dos años más o menos. ¿Por qué?
  - Ah. Por nada, me pareció que te había visto antes. Tu cara me suena familiar...-dijo achinando los ojos.
En ese momento había pensado en que ojalá no resulte ser una prima lejana o algo por el estilo. Definitivamente no quería ser un familiar.
Solté una risita tonta (que odié) y le pregunté:
  - ¿Vos hace rato venís? La primera vez que te vi fue el lunes.-Y ahora estábamos en miércoles, pero en realidad la había visto el viernes pasado también.
  - No, no. Me mudé la semana pasada.
  - ¿Si? ¿Por acá cerca?
  - Te diría la dirección pero tengo miedo de que luego me secuestres...-dijo, y reímos.
  - Quedate tranquila-solté-. Eso no va a pasar.-Y le sonreí. Ella hizo lo mismo.
  - Creo que ese es tu colectivo-lo señaló. Mierda. Sí era. ¿No podía tardarse un poco más?
Me acerqué más al cordón de la vereda y alcé la mano. Luego volví a donde estaba.
  - Bueno-dije-, nos vemos...
  - Santana-sonrió-.
  - Nos vemos, Santana.
  - Nos vemos...
Subí al colectivo. No me frustré al ver que estaba completamente lleno ya que estaba emocionada.
Su imagen cada vez se hacía más pequeña al tiempo que el colectivo se alejaba y entonces pensé: "ojalá nunca me alejaran de ella."







lunes, 14 de octubre de 2013

Me agarro de la cabeza mientras pienso. Cualquiera que estuviera viéndome pensaría que me estoy volviendo loca. Y puede ser. Tal vez sea eso lo que me está pasando.
Ni siquiera se cual es la realidad. No se si lo que ven mis ojos es solo algo que mi mente le hace creer ver. Estoy perdida, des-encontrada. No con un lugar, conmigo, con aquella chica que veo al espejo.
Hay partes de ella que son genuinas. Pero cuanto desea mostrar quien es... al menos por un día.
Un día entero siendo yo misma.
Tal vez me agrade jugar a ser yo. Mi verdadero yo. Decir todo lo que quiero, hacer lo que se me viene en gana, porque con cada cosa que me retengo hacer es un día más que dejo pasar.
Amo sin amar, deseo pero no tanto. Quiero a mi príncipe como a mi Rapunzel. Ser despreocupada como Peter Pan y soñadora como Wendy.
Ese "quiero ser" se ve tan lejano. Me pregunto si alguna vez voy a dejar de pensar. Poner mi mente en Off y actuar al ritmo de mi corazón. Escuchar solo a mi voz interior, y si hasta esta no concuerda conmigo entonces no la escucharé tampoco.
Me imagino cerrando los ojos y sonreír luego de abrirlos. Y entonces miró a esa oportunidad, a esa persona, a ese lugar, a cualquier cosa que sea. Solo yo dejándome llevar.
"Mamá, papá, voy a estar bien. Me dejaré ser quien soy."



sábado, 5 de octubre de 2013


Me aferré a ella tan rápido como crecen las flores en la primera. Me aferré a su piel de porcelana, a su voz, a su canto. Me aferré a sus labios, a su manera de besar. Me aferré a toda ella y a todo lo que pude tener. Me aferré a su cabello dorado, a sus "te quiero", a sus "te odio". Me aferré al nosotros, me aferré al mañana junto a ella. Me aferré a toda discusión sin sentido, a todo llanto, a todo pedido. Me aferré a su aroma, a las horas que se tomaba en arreglarse. Me aferré a sus gustos. Me aferré a que no se iba a trabajar sin antes desayunar por más tarde que se le hiciera. Me aferré a sus preguntas, a sus respuestas, a sus histeriqueos, a su orgullo, a su cambio constante de humor, a su cuerpo junto al mío, a sus canciones favoritas, a su debilidad por el chocolate, a sus labios que siempre llevaba pintados, a sus ojos azul cielo, a su obsesión por comprarse un libro aunque no halla ni siquiera iniciado el anterior, a que amara más a Pompón (nuestra gata) que a mí, a su deseo por aprender a tocar el violín, a las peleas por causa de mi madre, a las peleas nuevamente por defenderla, a más peleas otra vez por dejar de defenderla a mi madre solo y cuando ella me lo pedía. Me aferré también a que odiara su segundo nombre y que no entendiera porqué yo lo amaba, me aferré a sus suspiros, a sus temores, a sus sueños y esperanzas, a su amor por la música, a su delicada mano deslizándose por mi cara, a su constante pérdida de aritos y a su dulce voz cuando me dice que me ama; pero sobre todo me aferré al amor eterno que nos juramos, a lo espléndido que le quedaba el vestido blanco y al velo cubriendo su bella cara. Me aferré a ese momento, el mejor momento de mi vida junto al día en que Pompón falleció (no mentira, estoy bromeando, Pompón no falleció... todavía.). Me aferré a todo lo que ella es, al amor que me supo brindar, al amor que yo le concedo a ella, a la esperanza de que esto que siento sea la vida misma. Me aferré al "te amo", "te amo", "te amo". Me aferré al pasado, al presente y al futuro con ella. Me aferré a que el mundo solo tenga sentido si está a mi lado.

viernes, 4 de octubre de 2013