El mundo giró a nuestro alrededor sin historias que vivir.
Mil recuerdos se apagan.
Aún quedan las cenizas antes de arder en llamas.
¿Quienes somos?
¿A qué le tememos?
Hay un final para esta historia que nunca fue escrito.

Skylar Grey - Wear Me Out

viernes, 23 de enero de 2015

Love me like you do, touch me like you do



Looking back.


Ese lugar... ese lugar que nos vio crecer, siendo partícipe de cómo poco a poco tu cuerpo fue buscando el mío y mis ojos queriendo penetrar en los tuyos. Esas cuatro paredes bien podrían contar nuestra historia momento a momento, desde el principio, mucho antes de que notáramos el cambio silencioso que comenzaba a hacer eco a nuestro al rededor. En esa habitación, en ese bendito sillón nos sentábamos a ver la tele cuando iba a tu casa después del colegio, y cada vez acortábamos más la distancia hasta que una tarde, con tu cuerpo pegado al mío, me fue sencillo agachar la cabeza y posarla en tu hombro. Tantas tardes fueron las que repetimos la misma acción... tantas en las que quise robarte un beso, darte uno dulce en la mejilla, y me inhibía ante la incertidumbre de no saber si sentías lo mismo que yo por vos. Pero un buen día, uno de esos días inolvidables que trazan la línea entre el antes y el después, recostado sobre mi cuerpo (un arrebato que nunca antes habías hecho) me pediste un beso. Ese beso. El beso que pacientemente estaba esperando y que sabía que algún día iba a llegar. Lo pediste en el momento justo, me agarraste estando confiada de mis sentimientos hacia a vos y entonces mis labios se fundieron en los tuyos. Duró no más de dos segundos, sin embargo de nada importa el tiempo cuando un acto de semejante simpleza puede convertirse en uno tan especial, único como el mismo. A ninguno le cabía en la cabeza que finalmente, después de idas y vueltas, temores e incertidumbres, saciáramos esas ansias del saber, del sentir el húmedo de nuestros labios y comprobar así lo que los dos callábamos en silencio.
En aquel sillón dos amigos se besaron por primera vez, una segunda y una tercera; y sus manos trazaron un mapa en mi cuerpo del cual solo él es consciente del recorrido. En esa habitación nos conocimos y reconocimos aspectos de la otra persona de los cuales éramos ajenos. Todavía seguimos descubriéndonos, y cada aspecto nuevo de él me encanta tanto como el de ayer. Cada día que pasa amo más a aquella personita que de a poco fue haciéndose un hueco en mi corazón.
Ayer ese lugar fue partícipe de otro gran momento y hasta se podría decir que nos regaló un vistazo al pasado al recordar casi al mismo tiempo el día en que me pidió el beso; ese día que vive latente dentro de nosotros y que permanece intacto en aquella habitación. Fue así como volvimos al pasado y regresamos al presente en un abrir y cerrar de ojos...
...Y nos besamos como si fuera la primera vez.

miércoles, 7 de enero de 2015

Miedo... ¿dónde?


Faroles azules se pierden en la noche. El conductor regaña, la calle es un desorden. La chica se ríe por dentro. Está crecida y a la oscuridad ya no le tiene miedo. Apaga sus oídos y se pone a hacer otra cosa... Pero lo único que quiere hacer es reír. Por primera vez quiere largarse en carcajadas en vez de ahogarse en sus penas. Ya no grita por dentro. Ríe, ríe sin parar. Se pregunta si llegó a perder la cordura.... Le da igual, le agrada la sonrisa que se asoma por su cara.
La lluvia cae sobre la ventanilla. La baja y saca la mano que se le empapa enseguida. Las gotas de agua, lejos de dañarla, le otorgan una caricia suave.
Una voz a su lado sigue farfullando. No protesta y sonríe, hace como que no está escuchando.
Las estrellas la siguen a donde quiera que va. Se dice a sí misma que con ella siempre estarán. Quiere hablarles pero están lo bastante lejos como para escucharla. Entonces sube la ventanilla y empieza a dibujar sobre el vidrio empañado... De inmediato logra sentirse mejor. El dibujar la reconforta.
La lluvia se detiene y solo entonces se percata de que a su alrededor brindaba el silencio. ¡Y qué hermoso silencio! Vuelve a sonreír concentrándose en la ventanilla, precisamente en la sonrisa que dibujó. Y se ríe porque sabe que ya no le corre el miedo por dentro.