El mundo giró a nuestro alrededor sin historias que vivir.
Mil recuerdos se apagan.
Aún quedan las cenizas antes de arder en llamas.
¿Quienes somos?
¿A qué le tememos?
Hay un final para esta historia que nunca fue escrito.

Skylar Grey - Wear Me Out

viernes, 30 de octubre de 2015

Ve más adentro.

Todas las cosas que hiciste, todos tus logros y todas tus caídas forman parte de lo que hoy sos, de lo que te fuiste convirtiendo. Las caídas fueron para fortalecerte, no para hundirte en el cemento. Cada parte de tu cuerpo está formada por retazos de las heridas que se curaron con el tiempo, con tu paciencia y tu tenacidad. No hay marca que no pueda ser borrada, ni cicatriz que no se pueda cubrir, pero a la mente no se la puede tocar, ella guarda en su interior todos los recuerdos que creés olvidados pero que de algún modo luchan por salir al exterior por medio del inconsciente. ¿No sos capaz de verlo? No te preocupes, es normal que sea así; después de todo, el hombre ve solo lo que quiere ver, aquello que es perceptible ante los ojos, mientras que la verdadera observación consta de una mucho más profunda y compleja. No está a la vista, no está delante de tus narices, se encuentra escondida dentro tuyo, en tu cuerpo, a lo largo de tus venas, en cada pálpito de tu corazón, arriba, un poco más arriba, en aquella pequeña caja que nos dicta como debemos mostrarnos ante el mundo; precisamente ahí están todos los secretos que mantenés alejados del exterior. Solo es cuestión de que des un vistazo interno y que descubras, de una vez por todas, quien se oculta debajo de esa armadura. 

viernes, 9 de octubre de 2015



¿Dónde he estado unos meses atrás?
No soy la misma que ha pasado por acá.
Me has visto andando algo perdida
Rondando sobre tus pasos
Siguiendo el fuerte eco de tu voz
Como a un rayo de luz en una noche oscura.
No conozco quien fui ayer
Todo ha cambiado desde entonces.
Me siento más real, lo sientes en mi piel.
De cálido a frío
¿Ahora lo puedes ver?
Que de a poco me convertiste en mujer.
Y se siente bien andar de a dos.
Juntos, cambiando.
Esos días solitarios quedaron en el pasado.
Siempre habrá algo mágico en esos labios que me dicen querer.



lunes, 20 de abril de 2015

Sigamos riendo.

No es lindo. No es lindo sentir que lo necesitás para mantenerte en pie. No es lindo que me considere como su pedestal, que pierda su orgullo y me confiese cuanto yo podría cambiarle la vida en un segundo. No es lindo que sienta eso, no es lindo que yo sienta eso. No es lindo aguantarse las lágrimas y ver en sus ojos que también está luchando por contenerlas. No es lindo que entre tanta felicidad exista tanta tristeza. No es lindo sentir que un abrazo no es suficiente. No es lindo empalagarlo de besos y no cansarse de ello. No es lindo verlo y pensar que no existe nadie como él. No es lindo saber que sí existen otros como él y negarse a buscarlos. No es lindo suspirar por una sola persona. No es lindo dejar de ser dos para volverse uno. No es lindo verlo hermoso aún cuando hace algo estúpido. No es lindo que me saque la sonrisa tan fácil. No es lindo preguntarle infinidad de veces si se encuentra bien cuando lo notás ido, distraído, porque pensás que hiciste o dijiste algo que no le gustó. No es lindo sentir que podés perderlo más rápido que un chasquido de dedos. No es lindo temer que alguien más te lo puede quitar. No es lindo imaginarlo besando a otra, tocando a otra, tomando de la mano a otra. No es lindo atragantarse de los celos. No es lindo dejar de ser él y yo para formar parte de un nosotros. No es lindo acostumbrarse a ese nosotros. No es lindo depender de ese nosotros. No es lindo que me vea justo a los ojos y me diga cuanto le importo. No es lindo saber cuanto le importo. No es lindo saber cuanto él me importa. No es lindo que me encuentre hermosa y que me crea única en el mundo. No es lindo decirle lo loco que está por pensar eso. No es lindo acostumbrarse a que me diga todas esas cosas que adoro oír. No es lindo que cada canción de rock nacional me recuerde a él. No es lindo extrañarlo. No es lindo desear un abrazo suyo ahora mismo. No es lindo no encontrar suficiente el escribir sobre todas estas cosas. No es lindo escribir estas cosas. No es lindo darme cuenta de lo jodida que estoy por escribir estas cosas. No es lindo sentir que se me contrae el pecho, que me late el corazón a mil por hora, que hasta se me corta la respiración cuando estoy con él. No es lindo ser tan dramática. No es lindo abandonarse al drama. No es lindo abandonarse al amor. No es lindo descubrir amor en él. No es lindo, nada de esto es lindo, nada de esto me concede el para siempre que espero. No es lindo elegir quedarme sabiendo que tengo la oportunidad de huir en este mismo instante antes de que acabemos lastimándonos.
No es lindo porque es algo nuevo, y lo nuevo asusta, el amor asusta. No es lindo porque tengo miedo. Tengo miedo de olvidarnos con el tiempo, de que la magia se acabe y nos convirtamos en personas infelices y desechas, desgastadas. No es lindo sentir todas estas cosas por desconocer que será de nosotros mañana. No es lindo rehusarse a la simpleza de una vida sin él... Pero me rehuso. Me rehuso a que sea otro el causante de mi sonrisa, me rehuso a que sea otro el que provoque un cosquilleo en el cuerpo de solo nombrarme, me rehuso a que un estúpido intente hacerme reír inútilmente, me rehuso a que sea otro el que me diga cuanto le importo, me rehuso a importarle a otro hombre y me rehuso a una vida simple donde no exista el amor y no tema perderlo.
Me quedo porque sé que no siempre va a ser lindo. Me quedo por más sonrisas junto a él. Me quedo para amar aprendiendo a vivir en el presente. Me quedo para que sigamos riendo, formando parte de este nosotros. Me quedo para que los días se vuelvan meces y los meces se vuelvan años.


martes, 7 de abril de 2015

Se trata de ver más allá de los problemas.

Llevo cuatro años escribiendo. Incluso más. Mis temas son variados. Podría decirse que son hilos sueltos que se entrelazan uno con el otro formando una espiral de confesiones, a lo que recientemente me gusta llamar Intentandocomprenderlamentalidadadolescente. Son  problemas, situaciones, soluciones. ¿Soluciones? ¿Las hay? ¿Realmente escribí sobre soluciones? Existe un pasillo largo y estrecho por recorrer para toparme con esas lucecitas llamadas "soluciones". Hace un tiempo (tres años escribiendo) que me vengo preguntando si mi propósito en la vida se resume a la ardua tarea de encontrar esas lucecitas y reunirlas. Si así fuera, las utilizaría para crear un polvillo mágico que mezclaría con una sustancia líquida llamada "respuesta" y se la daría de beber a todo aquel que se empeñe en arrojar piedras en mi camino. (Así sabrían que es lo que quieren de su vida en vez de andar estorbando en la mía).
Más de cuatro años escribiendo, y hoy, siendo un Martes 7 de Abril, llegando al año cinco (si mis cálculos no me fallan) de escribir, empiezo a sospechar que la única persona que se la pasa tirándose piedritas por delante es la mina que le da a la teclas del teclado con furia tras quedar duras de volcarle gaseosa encima. (Y bue, cosas que pasan). Puede que, al fin y al cabo, esté mal viendo obstáculos en piedras en vez de oportunidades en limpiar un poco de polvo. Pero siempre me dijeron que no sé barrer, que barro sin ganas... No creo ser la profesional en este caso de ponerse a barrer la capa superficial de polvo que no me deja ver lo que hay debajo. Quitando la idea del polvo y la piedra, ¿sería capaz de crear soluciones en vez de problemas? ¿Tendré algún día la fuerza de voluntad para cruzar aquel pasillo, tragarme las lucecitas y embriagarme de respuestas? ¿Seré, algún día, capaz de darle un vistazo a esta entrada de Abril del 2015 y sonreír porque por una puta vez en lo que va de escribir tuve razón acerca de que el obstáculo, la piedra grande, está en mi cabeza?

No sé, no preguntes. 

PD: Puede que nada de lo dicho anteriormente esté nutrido de sentido, pero el perro enredado en lucecitas navideñas... sabe más que yo de soluciones y problemas.

viernes, 3 de abril de 2015

Frenesí.


Entonces no aguanta. Es su instinto el que lo llama. Basta con que ella le ponga esa mirada para derribarle toda barrera que se imponga. Es un hecho, ella lo vuelve loco. Se aproxima a la punta de la cama, la agarra del jean y la lleva contra sí. Un beso dulce e intenso que alcanza para despertarle el hambre de adentro. Se levanta, quedando frente a frente. Ella lo mira expectante, con esos ojos que piden piedad pero que a la vez se resisten a mantenerle la mirada, y él la empuja sobre la cama. Se encima a ella, lento, muy lento, y se permite apreciarla. Una voz en off le dice que se detenga por algo que le es imposible recordar. Solo piensa en ella y en su cuerpo desnudo. En ella y en cuanto la desea.

martes, 31 de marzo de 2015

Jessie J - You don´t really know me.


La chica que siempre dice "sí"
cuando quiere gritar un "no". 
Se encarga de la tensión de todos,
e ignora la suya.
La vida y la alma de la fiesta,
pero ama quedarse en casa.
Ella dice que no tiene el corazón destrozado
pero llora sola.

Jugar a fingir.
No debería ocultarlo. 
No es correcto
ser una mentirosa. 
Estoy cruzando la linea, 
bailando con el fuego. 
Cuando no estoy bien, 
¿debería negarlo? 

Porque me estoy volviendo loca 
cuando no estoy bien. 
Sigo rezando 
para que las grietas no muestren mi dolor. 
Porque incluso cuando estoy cayendo, 
digo que mi vida es como un sueño. 
Pero estoy luchando contra una pesadilla, 
porque no estoy siendo realmente yo. 
Así que no, realmente no me conoces.  

La chica que empieza todas las bromas, 
acaba de reírse.
Predica lo que debemos hacer y resuelve las dudas.
Pero le encanta ser mala.
Sonríe cuando aciertan a quién está amando,
pero lo que dicen la hace enojar.
El hecho es que realmente no saben nada.
Porque ella solo quiere un hombre.

Jugar a fingir.
No debería ocultarlo. 
No es correcto
ser una mentirosa. 
Estoy cruzando la linea, 
bailando con el fuego. 
Cuando no estoy bien, 
¿debería negarlo? 

Porque me estoy volviendo loca 
cuando no estoy bien. 
Sigo rezando 
para que las grietas no muestren mi dolor. 
Porque incluso cuando estoy cayendo, 
digo que mi vida es como un sueño. 
Pero estoy luchando contra una pesadilla, 
porque no estoy siendo realmente yo. 
Así que no, realmente no me conoces.  

lunes, 30 de marzo de 2015

Una de dos. No las dos.


Reír. Llorar. Reír y llorar. Reír o llorar. Reír para no llorar. Llorar para reír. No llorar. No reír. ¿No vivir? Quiero vivir. No llorar, sí reír. Una de dos, no las dos.

domingo, 22 de marzo de 2015

A place in the world.



Mis pies han caminado ya tanto, hay lugares que le gustan más, pero elije siempre el mismo. No hay sitio alguno donde prefiera estar, solo inmersa en tu abrazo. El resto del mundo es una esfera inconclusa. Mi mundo es ese lugar, el ahora, no hay nada más. Mi mundo son tus besos, esos momentos que se repiten una y otra vez y que me encantan. Mi mundo sos vos, vos sos mi lugar en el mundo. 


jueves, 19 de marzo de 2015

Los de los ojos grises.

Da un vistazo al espejo una última vez: no importa cuanto intente aplanar aquel remolino incómodo que se eleva por arriba de su oreja, al final este consigue salirse con la suya en cuanto ella se olvida de que está ahí. No obstante, no piensa darse por vencida y le da revancha. Busca una hebilla dentro de su cartera, atraviesa ese mechonsito que cree sabérselas todas, y listo, ahora se ve un poco más decente.
El ascensor se detiene en el cuarto piso donde sube un joven al que ella catalogó como "tímido", ya que de las pocas veces que se topó con él ni una sola se dignó a levantar la vista y hablarle viéndola directo a los ojos. Una lástima, piensa, tiene unos ojos verdes muy lindos. Aunque tristes, reafirma luego. Sí... Ella conoce esa mirada... Esos ojos que de vida no tienen nada, unos ojos muertos, se podría decir, ojos que reflejan dolor. Y su dolor... ¿a qué se deberá? Tiene la pregunta en la punta de la lengua pero teme meter las narices en donde no la llaman. Además, ¿qué le tiene que importar tanto la vida de su vecino? Pero así es ella: preocupona, una metiche, una chica se la pasa buscando gente que se le parezca, esa gente a la que nadie comprende pero que ella sí porque es igual a ellos y, por ende, entiende su dolor. Sin embargo, a nadie parece importarle su opinión mientras que ella se muere por conocerlos, saber la causa, conocer a esas almas en pena. Ella quiere saber, sobre todo, como unos ojos hermosos como aquellos son capaces de expresar ese aburrido y deprimente color gris.
Se mira de reojo al espejo, sin que el joven se de cuenta, y descubre que el remolino volvió a aparecer. Resopla furiosa. ¿Por qué no puede quedarse en su lugar? Se quita la hebilla que se cae al llegar el ascensor a la planta baja. El joven, que hasta ese momento no hizo más que mantener la mirada gacha al piso, se agacha en el lugar y levanta la hebilla de su vecina. Y, para la sorpresa de la muchacha, esboza una agradable sonrisa en lo que va un año y meces de conocerse.
Es una hermosa sonrisa, se dice ella para sus adentros. ¡Jamás le vio los ojos tan claros y chispeantes! Procura sonreír y agarra la hebilla.
- Gracias - dice.
- De nada. - El joven mira directo a aquel pelo rebelde con el cual tanto estuvo combatiendo su vecina, se aclara la garganta y se empuja a decir la frase más larga que la chica le haya escuchado hablar. - A veces las pequeñas guerras están en la cabeza de cada uno.
Y con aquella frase irónica pero bastante acertada a la vez, corre la puerta del ascensor y abre la segunda. La chica pasa por su lado con la mirada perdida, incrédula. ¡Cuanta verdad la de ese hombre! No se marcha y lo espera en la puerta de entrada, hay algo que quiere decirle y que no piensa guardárselo más.
- Los ojos... Dicen que los ojos suelen ser la ventana del alma, y, si es así, ¿por qué parece como si no la tuvieras? Quiero decir, ¿son tus guerras tan fuertes como para expresar tanto dolor en una sola mirada? Perdón, quizás me esté metiendo donde no debo, pero es que me agarra esta obsesión de interrogar a las personas que son iguales a mí, las de los ojos grises. No puedo controlarlo, es un mal hábito que ya es parte de mí. Solamente quería saber...


Pero hasta ahí llegó. Teme seguir hablando. Su vecino ya no sonríe. Está serio, parece no haberle gustado su atrevimiento. Se la queda viendo, pensativo. Hace cuatro años que vive en ese edificio y es la primera  vez que le surge el interés de hablar con alguien. La chica está esperando una respuesta, una opinión, que diga algo o no diga una palabra en absoluto, con una mirada quizás comprenda lo que con palabras sería difícil expresarle. Y ella usó las palabras correctas... ¿Quién se cree para hablarle así, ser tan caradura como para decirle que tiene problemas? Él ya bien sabe que los tiene. Desde chico, siempre lo supo. Esos ojos grises que dice ella, siempre los odió. La gente suele decirle que tiene unos ojos lindos, pero él bien sabe que son tristes. La muchacha que tiene enfrente lo sabe. "Personas que son iguales a mí, las de los ojos grises" dijo. No se dio cuenta, hasta entonces, que ella también los tiene. Sin embargo, a diferencia de él, puede ver que tiene un alma, puede ver su luz interior, solo que ella no lo sabe. A diferencia de él, ella quiere devolverle el color al gris de sus ojos. Está equivocada. No son iguales.
- Sí - arrancó a decir. - Te estás metiendo donde no debés. Ni siquiera deberías hablar con extraños. Pero no te parezco un extraño, ¿o sí? Creés que soy igual a vos, pero te equivocás. El gris de tus ojos es producto de una tristeza, normal, ya se te va a pasar. Los míos, en cambio, siempre fueron así. No podés verme el alma porque no hay, en su lugar tengo un agujero negro dentro que fue creciendo con el paso de los años. Desde entonces no sé lo que es la luz del día, porque todo lo que veo es negro. Desde entonces las personas me resultan aburridas y las reuniones absurdas. No puedo hablar con ellas, no puedo comentar sobre cosas cotidianas como "que calor que hace hoy" o "hoy está perfecto para salir a caminar", todo lo que veo es otro día absurdo del cual no quiero ser parte. No le pregunto a las personas por qué se ven tan tristes y perdidas porque no me interesa en absoluto, bastante tengo con obligarme día tras día a salir de la cama. Estoy seguro de que a vos no te costó nada, tu única preocupación es arreglarte el cabello. Esa es tu guerra, la mía es una mucho más grande. No somos iguales. Vos seguro le temés a la muerte; yo, en cambio, le temo a la vida.
- Tenés razón, no somos iguales - coincide la joven después de escucharlo con atención - y gracias a Dios que no; sino nunca me habrías podido decir todas esas cosas, nunca las habría escuchado. Si fuera igual a vos, te entendería perfectamente. Sabría que no sos tímido, sino que simplemente no te interesa entablar una conversación. Si fuera igual a vos, no podría apreciar tu sonrisa ni tus palabras. Si yo fuera igual a vos, no habrías querido hablarme. Pero somos muy distintos, y me hablaste. Tuviste ganas de ser, de formar parte. Claro que no te interesan cosas absurdas como hablar del clima, a mí tampoco. ¿Para qué si tengo la oportunidad de tener una conversación profunda como esta? La realidad es que no somos muy distintos, sabés. Después de todo, ambos quisimos desaparecer.

viernes, 13 de marzo de 2015

“Para mi el amor verdadero es algo así como ser un faro. Alguien que te sostiene, que te mantiene a salvo, que está a tu lado... Alguien que te quiere por lo que eres en conjunto y te quiere con libertad. Alguien que te deja ser y tú le dejas ser”. - Shailene Woodley.


viernes, 27 de febrero de 2015

No te asustes, no es nada, simplemente no es.


Ella me cambia en un abrir y cerrar de ojos, ella me vuelve obediente y al mismo tiempo me estima a perder el control sobre mis sentidos, sobre mi cuerpo. Ella viene y va constantemente. Ella es mi mayor temor. Ella es todo lo que no aspiro a ser. 
Odio cuando vuelve. 

Dice que no tiene miedo, pero sus ojos cuentan una historia diferente.

Impredecible, cautelosa, silenciosa como ella misma se mete dentro de mi cabina de funcionamiento para hacer desorden donde quiera que toque logrando así desequilibrarme. Porque cuando ella aparece, siento que caigo dentro de un agujero negro, oscuro, infinito, y lo único que puede frenar la caída es precisamente la causa por la que ella se hace presente. Entonces... ¿Cómo frenarla? ¿Cómo frenarla si amo la causa? Aquella que es mi razón de ser, lo que anhelo en las noches solitarias; eso que es fantasía y realidad, inocencia y pureza, la cordura y la incoherencia. Eso que es un tormento, un encanto, que es y no es, es pero no es, quiere ser algo que no es, es algo que quiere ser, es algo que es, algo que late, algo que siente, algo que se mantiene vivo en la sangre, en el corazón, en el alma. Es un salto, un arrebato, una entrega, es aventurarse a lo desconocido y por eso mismo resulta serme un tanto aterrador. 
¡Y a ella le encanta el miedo! Esa es su razón de ser, su botón de arranque, su dulce y deliciosa sangre. El miedo la revitaliza, la reconforta, la vuelve inmune; y esa droga suya genera en mí una anestesia, paralizándome el cuerpo primero, culminando, solo unos segundos después, en el no reconocerme. 
Odio cuando vuelve.

Nadie es perfecto.

Y caigo. Caigo en ese agujero negro. No me estrello contra el suelo, simplemente caigo; me desvanezco en lo más profundo de mi ser. Pero sé que estoy ahí, puedo escucharme gritando tan cerca así como tan lejos. Soy yo, aunque no del todo. Veo, hablo y escucho; no obstante, mi actuar se vuelve torpe. Me neutralizo. Lo pierdo todo. Eso es lo que siento: que lo pierdo todo. Que lo pierdo. La causa. La causa de repente es mi enemiga, así como Ella es mi enemiga también. Ojalá pudiera enterrarla como lo hace conmigo, tomarla del cuello y derribarla, lanzarla a un hueco sin salida, profundo y oscuro, justo dónde pertenece. 
Odio cuando vuelve.  

Ella solo sonríe. Esa sonrisa con la que dice "No me conoces, nunca lo harás".

Es parte de mí, esa parte con la que no me siento cómoda. Todos tenemos una sombra que nos acompaña a todo momento y que depende cada uno se hace presente de distintas maneras. Ella es mi sombra... ¡Ja! No podría haberla definido mejor. Viaja a mi lado pasando desapercibida pero está ahí todo el tiempo. 
Ya no sé si la controlo o ella me controla a mí. Ya no sé como frenarla. Es más, hasta creo que empiezo a aceptarla. No por nada sonreí de felicidad aquella vez cuando se suponía que debía estar lamentándome, quizás, o detestando al de los faroles azules. Y hoy también sonreí, no solo eso sino que acompañé la sonrisa con canciones que canté mientras la lluvia me bañaba el cuerpo. 
Tal vez haya perdido la cordura... Pero me agrada la sonrisa que se asoma por mi rostro. Odio cuando vuelve. Soy yo y no soy yo. Es la cordura y la incoherencia. Es y no es. Soy y no soy. Es algo que quiere ser, es algo que no es, algo que se mantiene vivo en la sangre. Odio cuando vuelve. Su dulce y deliciosa sangre... Esa droga suya genera en mí una anestesia. Odio cuando vuelve. No me estrello contra el suelo, simplemente caigo; me desvanezco en lo más profundo de mi ser. Odio cuando vuelve. Ojalá pudiera lanzarla a un hueco sin salida, profundo y oscuro, justo dónde pertenece. Odio cuando vuelve. No solo sonreí, sino que canté. Odio cuando vuelve. Es la causa. Esa causa. La que vive en la sangre, en el corazón, en el alma. Odio cuando vuelve. Ella aparece con el miedo. El temor la revitaliza y me paraliza. Odio cuando vuelve. Pero ella se va. Se está yendo. Puedo sentirla desvaneciéndose. Así que encontré la luz que estaba buscando: unas palabras con qué espantarla.
Odio cuando vuelve... pero vuelve porque amo la causa. 




viernes, 23 de enero de 2015

Love me like you do, touch me like you do



Looking back.


Ese lugar... ese lugar que nos vio crecer, siendo partícipe de cómo poco a poco tu cuerpo fue buscando el mío y mis ojos queriendo penetrar en los tuyos. Esas cuatro paredes bien podrían contar nuestra historia momento a momento, desde el principio, mucho antes de que notáramos el cambio silencioso que comenzaba a hacer eco a nuestro al rededor. En esa habitación, en ese bendito sillón nos sentábamos a ver la tele cuando iba a tu casa después del colegio, y cada vez acortábamos más la distancia hasta que una tarde, con tu cuerpo pegado al mío, me fue sencillo agachar la cabeza y posarla en tu hombro. Tantas tardes fueron las que repetimos la misma acción... tantas en las que quise robarte un beso, darte uno dulce en la mejilla, y me inhibía ante la incertidumbre de no saber si sentías lo mismo que yo por vos. Pero un buen día, uno de esos días inolvidables que trazan la línea entre el antes y el después, recostado sobre mi cuerpo (un arrebato que nunca antes habías hecho) me pediste un beso. Ese beso. El beso que pacientemente estaba esperando y que sabía que algún día iba a llegar. Lo pediste en el momento justo, me agarraste estando confiada de mis sentimientos hacia a vos y entonces mis labios se fundieron en los tuyos. Duró no más de dos segundos, sin embargo de nada importa el tiempo cuando un acto de semejante simpleza puede convertirse en uno tan especial, único como el mismo. A ninguno le cabía en la cabeza que finalmente, después de idas y vueltas, temores e incertidumbres, saciáramos esas ansias del saber, del sentir el húmedo de nuestros labios y comprobar así lo que los dos callábamos en silencio.
En aquel sillón dos amigos se besaron por primera vez, una segunda y una tercera; y sus manos trazaron un mapa en mi cuerpo del cual solo él es consciente del recorrido. En esa habitación nos conocimos y reconocimos aspectos de la otra persona de los cuales éramos ajenos. Todavía seguimos descubriéndonos, y cada aspecto nuevo de él me encanta tanto como el de ayer. Cada día que pasa amo más a aquella personita que de a poco fue haciéndose un hueco en mi corazón.
Ayer ese lugar fue partícipe de otro gran momento y hasta se podría decir que nos regaló un vistazo al pasado al recordar casi al mismo tiempo el día en que me pidió el beso; ese día que vive latente dentro de nosotros y que permanece intacto en aquella habitación. Fue así como volvimos al pasado y regresamos al presente en un abrir y cerrar de ojos...
...Y nos besamos como si fuera la primera vez.

miércoles, 7 de enero de 2015

Miedo... ¿dónde?


Faroles azules se pierden en la noche. El conductor regaña, la calle es un desorden. La chica se ríe por dentro. Está crecida y a la oscuridad ya no le tiene miedo. Apaga sus oídos y se pone a hacer otra cosa... Pero lo único que quiere hacer es reír. Por primera vez quiere largarse en carcajadas en vez de ahogarse en sus penas. Ya no grita por dentro. Ríe, ríe sin parar. Se pregunta si llegó a perder la cordura.... Le da igual, le agrada la sonrisa que se asoma por su cara.
La lluvia cae sobre la ventanilla. La baja y saca la mano que se le empapa enseguida. Las gotas de agua, lejos de dañarla, le otorgan una caricia suave.
Una voz a su lado sigue farfullando. No protesta y sonríe, hace como que no está escuchando.
Las estrellas la siguen a donde quiera que va. Se dice a sí misma que con ella siempre estarán. Quiere hablarles pero están lo bastante lejos como para escucharla. Entonces sube la ventanilla y empieza a dibujar sobre el vidrio empañado... De inmediato logra sentirse mejor. El dibujar la reconforta.
La lluvia se detiene y solo entonces se percata de que a su alrededor brindaba el silencio. ¡Y qué hermoso silencio! Vuelve a sonreír concentrándose en la ventanilla, precisamente en la sonrisa que dibujó. Y se ríe porque sabe que ya no le corre el miedo por dentro.