El mundo giró a nuestro alrededor sin historias que vivir.
Mil recuerdos se apagan.
Aún quedan las cenizas antes de arder en llamas.
¿Quienes somos?
¿A qué le tememos?
Hay un final para esta historia que nunca fue escrito.

Skylar Grey - Wear Me Out

viernes, 27 de febrero de 2015

No te asustes, no es nada, simplemente no es.


Ella me cambia en un abrir y cerrar de ojos, ella me vuelve obediente y al mismo tiempo me estima a perder el control sobre mis sentidos, sobre mi cuerpo. Ella viene y va constantemente. Ella es mi mayor temor. Ella es todo lo que no aspiro a ser. 
Odio cuando vuelve. 

Dice que no tiene miedo, pero sus ojos cuentan una historia diferente.

Impredecible, cautelosa, silenciosa como ella misma se mete dentro de mi cabina de funcionamiento para hacer desorden donde quiera que toque logrando así desequilibrarme. Porque cuando ella aparece, siento que caigo dentro de un agujero negro, oscuro, infinito, y lo único que puede frenar la caída es precisamente la causa por la que ella se hace presente. Entonces... ¿Cómo frenarla? ¿Cómo frenarla si amo la causa? Aquella que es mi razón de ser, lo que anhelo en las noches solitarias; eso que es fantasía y realidad, inocencia y pureza, la cordura y la incoherencia. Eso que es un tormento, un encanto, que es y no es, es pero no es, quiere ser algo que no es, es algo que quiere ser, es algo que es, algo que late, algo que siente, algo que se mantiene vivo en la sangre, en el corazón, en el alma. Es un salto, un arrebato, una entrega, es aventurarse a lo desconocido y por eso mismo resulta serme un tanto aterrador. 
¡Y a ella le encanta el miedo! Esa es su razón de ser, su botón de arranque, su dulce y deliciosa sangre. El miedo la revitaliza, la reconforta, la vuelve inmune; y esa droga suya genera en mí una anestesia, paralizándome el cuerpo primero, culminando, solo unos segundos después, en el no reconocerme. 
Odio cuando vuelve.

Nadie es perfecto.

Y caigo. Caigo en ese agujero negro. No me estrello contra el suelo, simplemente caigo; me desvanezco en lo más profundo de mi ser. Pero sé que estoy ahí, puedo escucharme gritando tan cerca así como tan lejos. Soy yo, aunque no del todo. Veo, hablo y escucho; no obstante, mi actuar se vuelve torpe. Me neutralizo. Lo pierdo todo. Eso es lo que siento: que lo pierdo todo. Que lo pierdo. La causa. La causa de repente es mi enemiga, así como Ella es mi enemiga también. Ojalá pudiera enterrarla como lo hace conmigo, tomarla del cuello y derribarla, lanzarla a un hueco sin salida, profundo y oscuro, justo dónde pertenece. 
Odio cuando vuelve.  

Ella solo sonríe. Esa sonrisa con la que dice "No me conoces, nunca lo harás".

Es parte de mí, esa parte con la que no me siento cómoda. Todos tenemos una sombra que nos acompaña a todo momento y que depende cada uno se hace presente de distintas maneras. Ella es mi sombra... ¡Ja! No podría haberla definido mejor. Viaja a mi lado pasando desapercibida pero está ahí todo el tiempo. 
Ya no sé si la controlo o ella me controla a mí. Ya no sé como frenarla. Es más, hasta creo que empiezo a aceptarla. No por nada sonreí de felicidad aquella vez cuando se suponía que debía estar lamentándome, quizás, o detestando al de los faroles azules. Y hoy también sonreí, no solo eso sino que acompañé la sonrisa con canciones que canté mientras la lluvia me bañaba el cuerpo. 
Tal vez haya perdido la cordura... Pero me agrada la sonrisa que se asoma por mi rostro. Odio cuando vuelve. Soy yo y no soy yo. Es la cordura y la incoherencia. Es y no es. Soy y no soy. Es algo que quiere ser, es algo que no es, algo que se mantiene vivo en la sangre. Odio cuando vuelve. Su dulce y deliciosa sangre... Esa droga suya genera en mí una anestesia. Odio cuando vuelve. No me estrello contra el suelo, simplemente caigo; me desvanezco en lo más profundo de mi ser. Odio cuando vuelve. Ojalá pudiera lanzarla a un hueco sin salida, profundo y oscuro, justo dónde pertenece. Odio cuando vuelve. No solo sonreí, sino que canté. Odio cuando vuelve. Es la causa. Esa causa. La que vive en la sangre, en el corazón, en el alma. Odio cuando vuelve. Ella aparece con el miedo. El temor la revitaliza y me paraliza. Odio cuando vuelve. Pero ella se va. Se está yendo. Puedo sentirla desvaneciéndose. Así que encontré la luz que estaba buscando: unas palabras con qué espantarla.
Odio cuando vuelve... pero vuelve porque amo la causa.